Federico Kauffmann, arqueólogo restaurador de Chavín, ha admitido no sólo que Chavín representa a la cultura matriz de América, puesto que Tiahuanaco, unos 1.000 años posterior, copia su iconografía, sino que asimismo, existen sorprendentes rasgos comunes entre todas las culturas precolombinas.
De hecho, la arqueología oficial admite la analogía de las estelas de culturas mexicanas, como la de los olmecas de Las Ventas, la de los toltecas de Tula y la de los zapotecas de Monte Albán, con la lítica de la cultura de Chavín, una simbología con jaguares y dioses emplumados que expresan un mismo mensaje.
Pero lo sorprendente no son esas analogías dentro de las culturas de un mismo continente, sino que esas culturas precolombinas, cuya matriz fue Chavín, muestran también amplias y profundas analogías con las iconografías de las más antiguas civilizaciones del Viejo Mundo: Sumer, Creta, Antiguo Egipcio, China, India prearia…
¿Qué relación puede haber entre el templo de Cnossos en Creta y los grabados de la Puerta del Sol de Tiahuanaco? ¿Qué similitud puede encontrarse entre la mítica gorgona y el emplumado Quetzacóalt?
Las similitudes son muchas, pero todas pueden resumirse en la antigua y generalizada creencia sagrada:
Existe otra realidad por detrás de lo perceptible. La ciencia occidental apenas la está infiriendo, y le da una interpretación errónea.
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