La orientación de los edificios construidos en los centros ceremoniales de la época Chavín siguen una misma orientación, aun cuando ellos se construyan a grandes distancias.
Todos los astros nacen en el Este, de donde viene la lluvia, y mueren en el Oeste, en el océano Pacífico, más allá de los desiertos de la costa. Por eso, no es nada casual que los muros y los vanos de los edificios chavinenses, o algunas partes de ellos, estén orientados hacia el nordeste, el sudeste o el Este.
En el centro del templo principal, en el interior, a más de 15 metros de distancia de la luz solar, en un recinto estrecho y absolutamente oscuro, está el ídolo del Lanzón; una imagen sagrada, en forma de un ser humano, que saluda con la mano derecha, mirando al Este. Todo es obscuridad, hasta que una mañana cada año, o tal vez dos, la luz del sol, penetrando hasta la estrecha galería, iluminaría la imagen, directa o indirectamente, por unos breves instantes.
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